sábado, 24 de abril de 2021

La Trinidad del Hombre

 

La Trinidad del Hombre

La necesidad espiritual que desde siempre ha manifestado el Hombre por conocer su origen y su trascendencia en la vida terrena, le ha sugerido una constante e incansable búsqueda. Una vez que el hombre primitivo hizo consciencia de sí mismo, la primera pregunta que vino a su mente fue: ¿Por qué estoy acá y para qué? ¿cómo he aparecido y dónde está quien me creó?

En sus incontables reflexiones, el Hombre se percató de la inmensidad de su entorno y comenzó a valorar su existencia, atribuyéndolo todo a una razón intangible, a un ser desconocido que aun en nuestro tiempo actual no logra conseguir y continúa buscando incesantemente. La primera referencia en la que fijó su atención fue El Sol, porque le proporcionaba el calor y la luz a su mundo existencial, entonces al sentir que le era necesario, lo adoró, pero más tarde, cuando alcanzó a producir el fuego generando el calor necesario por frotación, al percatarse que él podía por sus propios medios generar calor y luz, pensó que tal vez podría prescindir del sol y también adoró al fuego. Y así, sucesivamente el Hombre fue creando, a conveniencia de sus necesidades, un ser a quien atribuir la razón de su existencia y a su vez, pedirle a este ser el ignoto la satisfacción de sus necesidades.

Esta apetencia natural del Hombre hacia lo desconocido, fue aprovechado por algunos de sus congéneres quienes, para no trabajar, ávidos de poder, plenos de malicia y de supina ignorancia, les impusieron la creencia de que ellos eran los elegidos por ese ser supremo para cuidar el fuego y preservarlo, todo a cambio de que sus semejantes les proveyeran todo lo necesario para sostener una vida cómoda y sin tener que trabajar; con tal de no trabajar, ejercer poder y dominio sobre los trabajadores y vivir a sus anchas a costa del trabajo de estos, urdieron el más complejo sincretismo de ideas, sacramentos y misterios que terminaron por hacer que las grandes masas de hombres sujetos al trabajo para poder subsistir y sin tiempo para estar inventando falacias, relegaran Zamora es sus derechos y hasta su conciencia a estos parásitos que, desde un principio, dieron la espalda a la Ley Universal del amor fraterno.

De esta manera, fecundada por la astucia, el engaño, la malicia y otros vicios más, nació la casta sacerdotal la cual, desde entonces, no ha frenado su voraz apetito para vivir en la opulencia gracias al trabajo de sus adeptos quienes bajo el yugo del temor a un castigo eterno prefieren sacrificar sus necesidades vitales con tal de cumplir con los preceptos impuestos, en su mayoría, representados por bienes y servicios de naturaleza pecuniaria.

Pero, ocurre que esta casta necesitaba apoyarse en un sustrato ideológico sustentable que le permitiera su existencia permanente y su opulencia sin tener que trabajar, lo cual trajo como consecuencia la formación de las religiones; que, si bien es cierto, nacieron de la necesidad intrínseca del Hombre por conocer la naturaleza de su origen, así como el fin y la trascendencia de su vida y no obstante, principios éticos que sustentaron dichas religiones, también dieron nacimiento y sustento a la casta sacerdotal, conformada por aquéllos que, aun cuando gustan de vivir en la opulencia, dan la espalda al trabajo, viviendo a costa del trabajo del pueblo.

En principio las religiones no habrían sido tan dañinas si se hubieran aplicado a la sociedad los principios éticos que las sustentaba, pero, el sacerdote, abusando de la buena fe de los creyentes, amalgamó los principios moralistas que eran buenos, con falacias, misterios, sacramentos, dogmas de fe y amenazas; todo lo cual terminó por conformar un férreo instrumento de poder y de dominación que se apoderó del poder civil y de la conciencia de los pueblos, permitiéndole a la casta sacerdotal, la dominación absoluta del pueblo trabajador. No obstante, la importancia que representa este nutrido tema referente a las religiones es necesario postergar su estudio para ser tratado en otra ocasión.

El tema que aquí nos ocupa tiene como objetivo general presentar al Hombre en su total dimensión, es decir, en las tres entidades que lo conforman: Espíritu. Alma y materia o cuerpo. En este punto es necesario aclarar que el cuerpo humano es obra del espíritu y sirve a este como portentosa herramienta para la demostración de la vida; el alma que es materia etérea, es decir, quintaesencia, es el campo neutro que conecta al espíritu con las complejas funciones que cumple el cuerpo humano y con su entorno material y el espíritu es el creador secundario, substancia y ente coexistente con El Padre Creador.

Siguiendo este orden de ideas es necesario establecer: qué es el espíritu. El espíritu es la esencia misma del Creador, Padre Común de todos los espíritus, consustancial con éste, porque su naturaleza es la misma. En este punto es necesario aclarar que, este axioma de ninguna manera implica un desarrollo del panteísmo, porque El Creador no representa la deidad religiosa, o sea, el dios que las religiones han creado a imagen y semejanza del mundo material. El término dios se refiere a un ser inducido en la conciencia del hombre por las religiones, es un dios que premia y castiga y que, además, cobra venganza y es iracundo, pues tal como lo han representado las religiones, su dios también comparte todas las pasiones de los hombres y si no, que me desmiente La Historia la cual ha reseñado con lujo de detalles “Las Cruzadas” y otras tantas “guerras Santas”. Este es un dios ideado por la religión para servir a sus intereses materiales; por el contrario, El Padre Creador del Universo, es todo amor y su ley es inflexible, hasta en el rigor máximo del amor; a comprender su naturaleza, nuestro intelecto no tiene la capacidad para discernir acerca de su esencia, sin embargo, sabemos que habita en nuestro ser y que es la causa suprema de la vida, porque: <<En él estaba la vida y la vida en la luz de los hombres>>

Ahora bien, continuando con el tema que aquí nos ocupa es necesario, como complemento de lo antes expresado, decir que el espíritu es la energía, la voluntad y la razón de todo lo creado, por ser la causa única de la creación y del universo. El espíritu es la energía que le da calor a la sangre y al mismo tiempo hace que el organismo funcione; de igual manera, es la energía que realiza la demostración de la vida en los vegetales y en los demás seres vivos de la creación, así como también, es la causa eficiente que genera la energía cinética y potencial que producen la vida en el microcosmos y en el macrocosmos, haciendo que los astros, los mundos, los satélites, los átomos, los elementos y todos los materiales del universo cumplan sus funciones bajo su ley.

Atendiendo a este tema tan importante, es necesario puntualizar que El Universo no es lo que parece ser, un conjunto de unidades, astros o cuerpos llenando los espacios, como hasta ahora se había concebido, lo cierto es que el universo conforma la unidad, es decir, el todo infinito; desde las infinitas nebulosas y los astros orbitando y recorriendo los espacios, hasta los componentes de un átomo, todo en movimiento y en su perfecto orden; y todo esto es efecto de la gran causa, porque la Ley es una, la sustancia es una, uno es el principio, uno es el fin, todo es magnetismo universal y su naturaleza es la unidad. No obstante, para comprender este axioma es necesario ubicar nuestra atención en el plano material y concebir la materia como un efecto de la causa espíritu. Esto es fácil de entender si observamos cómo el arquitecto o el artista concibe su obra en el pensamiento, en sus ideas y luego junta los materiales necesarios y con su voluntad y su trabajo termina por realizar la obra que antes concibió su espíritu y la diseñó en su pensamiento; de esta misma manera obra el espíritu a nivel universal y de esta misma manera puede concebir y crear un mundo y dotarlo con todos sus componentes. En consecuencia, es factible concluir que el espíritu es la vida universal, al igual que la vida material temporaria de los cuerpos y formas, todo lo cual hace la demostración de la vida. Al respecto, el maestro Joaquín Trincado Matheo, filósofo hispano argentino, en su obra, “Conócete A Ti Mismo” (1931) ha expresado que, “El espíritu es la esencia primera entre el creador de la vida universal y la demostración de la vida en los cuerpos y las formas; entre el flujo y el reflujo que establece el movimiento para la demostración de la vida, sin cuyo movimiento eterno y continuado, la vida no existiría; el espíritu es el calor de la sangre en los cuerpos, por el que el líquido puede circular por la impulsión de ese mismo calor; es el aliento que baña nuestros pulmones y que mueve las válvulas de nuestro corazón con tiempo medido y pausa rítmica, conforme a la fuerza vital del momento y las edades; y es el ordenador de todas las cosas de la creación y la potencia toda en la unidad y comunión del infinito, porque cada uno en su individualidad es una potencia y una fuerza limitada, y en la comunión de todos, es la potencia omnipotente, pero no omnímoda, porque dependen todos y cada uno de la ley suprema, o mandato del Creador. ”

De esta manera se entiende que el espíritu es el creador secundario quien, por orden mayor y en estricto acato a las leyes de la creación, hace posible la demostración de la vida eterna y continuada.

Continúa el Maestro Trincado explicando estos principios cuando expresa que: “El espíritu es el creador secundario, por orden mayor; pero es el creador exclusivo de las formas con que el hombre aprecia la vida y dispone para ello de toda la naturaleza, creación primaria del creador mismo; por esto, el espíritu, es la inteligencia del autor de todo, pero que nada él formó porque le dio la facultad y el mandato al espíritu, cual convenía a su eterno plan que el espíritu sabe y comprende, pero que jamás terminará en el infinito, en el que irá siempre ascendiendo en belleza, armonía, sabiduría y amor, sin encontrar límite posible; porque siempre el autor está más alto, tiene más inteligencia, más sabiduría y más amor. Todo en el Universo depende del espíritu y lo tiene dado en herencia; pero por conquista, por dominación, para lo cual, el padre, le da de todos los medios, toda la fuerza, toda la libertad, sujeto a la ley suprema del creador, su padre, que ni aun le reconviene, ni se mete en las cosas del espíritu su hijo, hasta que éste tiene fuerza y méritos de justicia para poder llamarlo y entonces acude (por sus primeros ministros espíritus maestros) y recibe el despacho de su pedido y puede presentarse en su presencia y en su propia morada; pero ello no será en tanto no haya cumplido toda la parte de creación que le fuera encomendada; entonces será elevado a maestro y tomará nuevo cargo por otra secular temporada y, siempre hay un grado más que alcanzar. El espíritu, es el conjunto universal; el índice de la creación infinita y eterna, cuyas hojas van pasando al libro resumen del maestro, en cada mundo; de éste, al de su centro, como sistema; de aquél, al otro maestro de la nebulosa; de aquél, al maestro del plano; de éste, al de más allá, y así llega el resumen, al centro generativo, donde reside el autor: Eloí. ¿Qué es pues, el espíritu? Es el ordenador, por orden, de todo el Universo; el demostrador de la vida y, por tanto, el creador de las formas, en mundos y hombres; lo que quiere decir, que es la voluntad ejecutora del creador.”

¿CUÁL ES LA PROCEDENCIA DEL ESPÍRITU?

No es fácil para el hombre cuya capacidad de razonamiento se mantiene sesgada por prejuicios, dogmas y supersticiones inducidas por las creencias religiosas y materialistas que, a través de los siglos, parecieran haberse apoderado de la conciencia humana. Hermanos, abrir la ventana de la razón a estas verdades que, de no ser por el prejuicio y el engaño, son tan evidentes y tangibles como la vida misma, es tan sencillo como saber que dentro de cada uno de nosotros se hayan todos los componentes del universo, incluyendo al Creador mismo, ELOÍ (Espíritu, Luz, Omnipotente e Infinito). El espíritu procede directamente del Padre Creador del Universo, por ser parte y consustancial con él y el hecho de no poder comprender esta simple verdad, tampoco da derecho a negarla.

¿CUAL ES LA NATURALEZA DEL ESPÍRITU?

Procediendo el espíritu del Creador, como en efecto procede, su naturaleza no puede ser diferente a la naturaleza de su causa, ya que, por el hecho de ser el espíritu, efecto del Espíritu Universal (ELOÍ), la sustancia que le confiere su naturaleza no puede ser diferente; el espíritu hace número en la conciencia volitiva del Padre. En consecuencia, el espíritu, aun cuando es parte del índice en la creación, conforma la unidad en El Creador.

LA MATERIA O CUERPO HUMANO

La materia o cuerpo humano en el conjunto de órganos y sistemas integrados que a simple vista pueden verse y palparse; son herramienta por la cual en el mundo material el espíritu se vale para demostrar la vida. El cuerpo humano reúne todos los materiales que conforman el universo y aún, cuando la ciencia ha realizado significativos avances en su estudio, no ha sido posible estudiado en su totalidad, gracias al prejuicio, a los dogmas, a los mitos y falacias con que las religiones y el materialismo científico, han pretendido ocultar la verdad. La materia también es efecto del Espíritu Creador el cual obra como su Creador Secundario para cumplir sus objetivos de la vida demostrada. El Creador Secundario se refiere al acción individual o colectiva del espíritu.

EL ALMA

Corresponde a este punto explicar lo que es el alma, cuál es su naturaleza y cuáles son las funciones que cumple en la vida eterna y continuada.

El Alma representa la quinta esencia del Universo, o sea, el componente anímico que le trasmite y aporta a la Materia, por así decir, LA ENERGÍA del espíritu y la sensibilidad que ésta necesita para la demostración y el desempeño de la vida, quiere decir, que el alma es el elemento neutro que cataliza la potencia del espíritu al actuar sobre la materia. Ahora bien, mencionar la palabra “Quintaesencia” sin explicar su significado deja un gran vacío y, es por esta razón por la que es forzoso referirse a su significado y contenido. En la Edad Media, la quintaesencia (latín quinta essentia) era un elemento hipotético, es decir, algo posible, cuya existencia no estaba demostrada científicamente. También se le ha denominado éter el cual se le consideraba un hipotético quinto elemento o "quinta esencia" de la naturaleza, junto a los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, fuego y aire. Actualmente la filosofía del espíritu, representada por el filósofo hispano-argentino Joaquín Trincado Matheo, ha expresado detalladamente el significado y contenido de la palabra Éter, lo cual será estudiado en otra sección de este blog, no obstante, es pertinente señalar que la Cosmología ha definido la Quintaesencia como una forma hipotética de energía que se postula para explicar las observaciones del Universo en expansión acelerada; de acuerdo a este criterio, la quintaesencia es un tipo de "energía del vacío", con una ecuación de estado de la forma.

Sin embargo, atendiendo a la antes dicha expresión, hablar de “energía del vacío” es una contradicción que la ciencia aún no ha logrado explicar, ya que, el vacío no existe, tomando en consideración el axioma de que la Quintaesencia o El Ëter todo lo llena. Se habló de vacío hasta el Siglo XX cuando los físicos comenzaron a estudiar el átomo, su estructura y sus componentes, abriendo de esta manera paso al estudio de la Física Cuántica, la cual se ocupa de estudiar y explicar el comportamiento microscópico de los átomos, electrones, protones y de las partículas subatómicas y elementales, también conocida como mecánica cuántica.

En estricto criterio filosófico y concretamente, La Física, es remontarse a los erráticos tiempos del oscurantismo religioso, tiempos aquéllos en los cuales, lo que no se apreciaba a simple vista, no existía y si se podía apreciar a simple vista no convenía a los fundamentos dogmáticos, entonces era “obra del demonio”

Es significativo mencionar que, para la ciencia convencional, sus leyes están basadas en probabilidades, rompiendo con todos los esquemas establecidos en la física clásica. Lo cierto es que, a la luz de la simple razón, para la ciencia, El Universo o macrocosmos es tan infinito y desconocido, como el microcosmos.

Siguiendo este mismo orden de ideas se hace necesario puntualizar que las Ciencias Naturales no están sujetas a las probabilidades ni pueden basarse en hipótesis, ya que, la hipótesis solamente se aplica a la metodología para la investigación de aquellos fenómenos sujetos al comportamiento o a la voluntad de los seres racionales. la Física, las Matemáticas, la Biología, y demás ciencias de la naturaleza, están reguladas por leyes invariables; a excepción de la estadística y otras ciencias sociales que, como antes quedó explicado, por estudiar el comportamiento humano suelen ser, en el mayor de los casos, impredecibles.

Ahora bien, continuando con el tema referido al alma, para mejor entender esta energía, otrora denominada Quintaesencia, es necesario apreciar y comprender la sustancia que origina las cosas que vemos a nuestro entorno, así como la sustancia misma que origina y da forma a nuestros cuerpos. Pues bien, en el Ëter se encuentran en constante y perpetua actividad los átomos que al unirse forman las moléculas y estas a su vez, componen y conforman los elementos básicos o materiales (calcio, carbono, magnesio, zinc, oxígeno, hidrógeno, el agua y muchos otros más) todo lo cual, a su vez, conforma la estructura de la materia. No obstante, es importante destacar que la mecánica del universo, relativa a la creación, evolución y metamorfosis de sus componentes, obedece al espíritu, por ser éste en toda la creación el ser que razona piensa y dispone.

También se puede observar a simple vista que todos estos elementos cuya estructura molecular dan vida a los materiales, son a su vez, los elementos embrionarios, por ser aquellos los que conforman la estructura de los materiales y éstos, a su vez, la estructura y forma de los seres vivos, ya sean vegetales o animales, incluyendo el cuerpo del hombre. Y esto, pese a que aún en nuestro tiempo para la ciencia es intangible la fuerza vivificante que produce la vida, es decir, la germinación de los vegetales, la reproducción del hombre, de los animales, al igual que la realización de sus funciones, así como los cambios o mutaciones que sufren los minerales.

 Si analizamos el significado que la llamada “cosmología cósmica” le atribuye el Éter, basta con revisar la expresión "energía del vacío", la cual es absolutamente ambigua, carente de sentido, contraria a la Ciencia y a la Filosofía, considerando que el término “vacío”, referido a criterios epistemológicos, niega el contenido de la Creación y de la existencia misma; y, aun así, contradice la Física Cuántica. A propósito de este importante tema, recuerdo que, en una ocasión, siendo aún adolescente, quise sorprender a un viejo campesino quien filosofaba sobre diversos aspectos de la vida existencial y le pregunté que era la nada; el viejo me dijo secamente: “La Nada es un cambur, sin la concha y sin la pulpa”.

No obstante, la variada y abundante literatura que ha colmado el tema referido a la Quintaesencia o éter, además del maestro Joaquín Trincado Matheo, es el científico alemán Albert Einstein quien, en una misiva dirigida a su hija, supo explicar de una manera sencilla y contundente, el principio y fin de la conciencia universal. Veamos entonces esta magnífica pieza, engastada en el más puro filigrana de la sabiduría y que, a su vez, es dirigida a aquellos hermanos que tengan la capacidad espiritual para comprender la suprema Ley del Universo.

 

"Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los prejuicios del mundo.

Te pido, aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe.

El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras.

El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo.

El amor revela y desvela.

Por amor se vive y se muere.

El Amor es Dios, y Dios es Amor.

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, y necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta.

 

Tu padre: Albert Einstein"

 

 

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Esta página está dedicada al estudio de la Filosofía Racional, específicamente a la filosofía del espíritu, del alma y del universo en general. Los temas que acá se exponen, no pretenden imponer dogmas, ni posiciones radicales; lo que se pretende es dotar al lector de una herramienta cognitiva que le permita escudriñar y adentrarse en el estudio de los grandes problemas epistemológicos que, desde siempre han despertado en el Hombre la necesidad de conocer su origen, la razón de su existencia y todas aquellas interrogantes que aquejan el mundo existencial.

A tales fines, se propondrán temas relacionados con la naturaleza del alma, en todos sus aspectos; sus limitantes, así como el rol que ésta cumple en la vida; la naturaleza del espíritu, su evolución, qué papel desempeña en la creación y sobre la vida, como hecho tangible de la obra del espíritu universal.

También se refiere al estudio de las leyes universales y los valores que sustentan el desempeño de la vida humana, tales como: La Ley de Amor Universal, la Ley de Justicia, la Ley de Afinidad, la Ley de Procreación, la Ley de las Armonías, La Moral, la fraternidad, la familia, el trabajo; así como los antivalores y demás rémoras que aquejan e impiden la evolución de espíritu.

En esta página usted podrá entablar debates, emitir libremente su opinión e incluso proponer cualquier tema cuyo contenido desee que le sea publicado. Por esta razón, el contenido de esta página está dirigido a todas aquellas personas de libre pensamiento que deseen emanciparse de dogmas y de criterios sistemáticos.

El contenido de esta página se avoca a la necesidad que desde siempre ha manifestado el Hombre por conocer su origen y su trascendencia en la vida terrena, le ha sugerido una constante búsqueda. Una vez que el hombre primitivo hizo consciencia de sí mismo, la primera pregunta que vino a su mente fue: ¿Dónde está quien me creó? ¿Por qué estoy acá y para qué? En sus incontables reflexiones, el Hombre se percató de la inmensidad de su entorno y comenzó a valorar su existencia, atribuyéndolo todo a una razón intangible, a un ser desconocido que aun busca incesantemente. Pero, al parecer, lo distrajo tanto el vasto espacio que le rodeaba, que aún no se ha percatado de la grandeza que esconde dentro de sí mismo.

Al respecto es necesario recordar que el hombre, en los comienzos de su vida en el mundo tierra, la primera referencia en la que fijó su atención fue El Sol, porque le proporcionaba el calor y la luz a su mundo existencial; entonces lo adoró pero, más tarde, cuando alcanzó a producir el fuego generando el calor necesario por frotación, al advertir que él podía por sus propios medios generar calor y luz, también adoró al fuego; Y así sucesivamente el Hombre fue creando, a conveniencia de sus necesidades, un ser a quien atribuir la razón de su existencia y a su vez, a quien atribuir su dependencia y pedirle la satisfacción de sus necesidades.

Esta apetencia natural del Hombre ha sido aprovechado por algunos de sus congéneres quienes, ávidos de poder, plenos de malicia y holgazanería, se ofrecieron para cuidar el fuego y para preservarlo; todo a cambio de que sus semejantes les proveyeran todo lo necesario para sostener una vida cómoda y sin tener que trabajar. De esta manera nació el sacerdote y con éste, sus adeptos, lo que culminó con la formación de las religiones. No obstante, la importancia que representa este nutrido tema es necesario postergar su estudio que será tratado en otra ocasión.

 También es de necesidad inaplazable dejar sentado, para conocimiento del lector que, El Espiritismo se refiere al estudio del espíritu como ente fundamental y actor único de La Creación; El Espiritismo representa la esencia de la vida, la comunidad de quienes estudiamos el origen de la vida desde lo más profundo del ser universal, hasta donde nos pueda llevar nuestro grado de progreso.

Lamentablemente la palabra espiritismo, ha sido confundida por algunos con las prácticas supercheras, demoníacas, de adivinación y otros tantos sortilegios, producto de embaucadores y farsantes. Y ésta ha sido la manera preferida por la supremacía religiosa para confundir al pueblo, amalgamando hechos y fenómenos naturales producto del magnetismo, con prácticas de santería; aprovechándose de los prejuicios, la superstición y la ignorancia de sus adeptos y así, crear una matriz de opinión contraria a la verdad, induciendo el hecho imaginario de que existe un mundo fantasmal, oscuro y de muerte; cuando en realidad, la oscuridad y los fantasmas, solo viven en sus almas opacadas por la ignorancia. 

El Espiritismo es sabiduría, luz y verdad, es la ciencia pura de la vida eterna y continuada y nada tiene que ver con los mal llamados  muertos, puesto que, ni siquiera los cuerpos de los hombres, ni otras formas de vida mueren, ya que hoy, todos sabemos que la materia viva se transforma y continúa viviendo, aun en su esencia atómica o "sub atómica", porque en la naturaleza: “nada se crea, nada se pierde, todo se transforma.” Antoine Lavoisier. 1785.

En esta página usted podrá encontrar la orientación y el sentido que define las grandes verdades que desde siempre le han sido ocultadas al Hombre por la supremacía religiosa; representada por la conducta impropia de una minoría que, valiéndose de la ignorancia del pueblo trabajador, se han erigido en verdugos de la verdad y de la ciencia, al conformar una casta parásita a la cual le ha venido a bien apropiarse, no solo de los bienes terrenales que son comunes a todos, sino de las ideas de aquellos sabios y moralizadores que vinieron a la tierra para adelantar el progreso de la humanidad.

El origen del Hombre, así como su trascendencia en la tierra y el fin de su existencia ha sido revelado de manera clara y precisa por sabios y filósofos, pero el prevaricador siempre estuvo al acecho para tergiversarla y mistificarla, con el inicuo propósito de mantenerse en el poder a través del engaño, de este modo se autoproclamó custodio de la verdad, así como lo hizo en la época primitiva cuando se apoderó del “fuego sagrado” para evitar el trabajo común valiéndose del socorrido ardid de ser el representante de la divinidad.

Ya es tiempo que la luz de la inteligencia permita develar todo lo que hasta ahora ha permanecido solapado por el oscurantismo religioso; el Hombre ha de saber que en el hermano se halla impresa la imagen viva del Creador, que el amor fraterno es la esencia de la vida, es la energía que hace posible el prodigio de la naturaleza y porque el templo para reconocer y adorar al Creador ha de nacer en nuestra conciencia armonizada al Universo, teniendo por altar el corazón del hermano y por destino el infinito.

La Trinidad del Hombre

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